lunes, 6 de octubre de 2014

Por Aldán: Bosque Encantado Y Río Orxas

Y  este domingo los senderistas del Blog Grupo de Andainas Rías Baixas realizamos una ruta de pequeño recorrido, apenas 5 km y que transcurre por tierras de Aldán.
Allí, primeramente, caminando sobre las tablas del paseo marítimo, refrescamos la vista y el espíritu en las tranquilas y azules aguas con las que el Océano Atlántico acude a formar la Ría de Aldán.
Después nos dirigimos hacia la iglesia parroquial, un edificio neoclásico, cuya fachada aparece presidida por San Cibrán en hornacina y bajo un reloj, y en cuyo atrio nos detenemos a contemplar sus muros de granito con asientos para los fieles, y un curioso panteón muy trabajado.
En su entorno, bellas casas de piedra siguiendo el estilo marinero, un redondo palomar y, en un cercano montículo, un pétreo sarcófago que dicen de origen suevo.
Y no podemos dejar de mencionar el Pazo Torre de Aldán, propiedad de los Condes de Canalejas y que en tiempos contaba con una finca de grandes dimensiones y de gran belleza, que era usada por  familiares y amigos para la caza y otras actividadas lúdicas.
Justo enfrente del pazo nos encontramos un bonito conjunto formado por un rústico lavadero y un puente medieval, verdadera joya arquitectónica.
Y siguiendo el curso ascedente del río Orxas, que muy cerca de allí tiene su desembocadura, nos adentramos en un asombroso paraje que antes pertenecía a los dominios del conde y que ahora permite el uso y disfrute de los que por allí se acercan.
 Se llama Finca do Frendoal pero también es muy conocida como Bosque Encantado de Aldán, un nombre que ya de por sí deja volar la imaginación de los caminantes y demás visitantes.
Y realmente al ir adentrándonos en la senda tenemos la sensación de que viajáramos a un lugar perdido en el tiempo y en donde parece que en cualquier momento vamos a ser acompañados por esos duendecillos y hadas de los bosques de los cuentos o intuir la presencia de alguna princesa en peligro que solicita nuestra ayuda desde las almenas del castillo.
Porque sí, hasta un castillo con almenas, foso y puente levadizo, al más puro estilo medieval, alza su estructura en el camino que recorre el senderista. Parece ser que su construcción data de los años sesenta pero quedó inacabado, y ahora, sus paredes cubiertas con la belleza con que la verde pátina del tiempo impregna  las piedras, contribuyen a hacer del lugar un entorno realmente lleno de magia y misterio.
Efecto que se ve reforzado cuando algo más adelante nos sorprende la imponente figura de un acueducto, allí en lo más profundo de aquel bosque animado. Se conoce como Arco de La Condesa y  se considera que es de época medieval. En esos tiempos llevaba agua hasta el pazo para regar los jardines. Sin embargo, se cree que su origen es romano y que entonces suministraba agua para las piletas de salazón de pescado.
 Y,  dejando por un rato los antiguos dominios del conde, por una senda tranquila en donde sólo se escucha el cantar de los pájaros y las hojas movidas por el viento, nos dirigimos hacia Hervello. A nuestro paso apreciamos ricos elementos de la arquitectura popular como lavaderos, fuentes, hórreos, cruceiros…
El caminante lleva su alegre andar a través de la sombra que proporcionan robles, pinos, castaños, laureles, … Y recorre la misma ruta que antaño los cantarines carros, cuya huella perdura grabada en las piedras de la senda.
Volvemos a acompañar las rápidas aguas del río Orxas, esta vez en su descenso. En una y otra orilla, viejos molinos, algunos total o parcialmente cubiertos por la maleza, otros perfectamente visibles, descansan de su árdua jornada de antaño.
De vuelta al bosque encantado, nos sumergimos de nuevo en  la tupida y hermosa vegetación formada por formidables ejemplares de robles, abedules, laureles, castaños, enredaderas, helechos reales,… y alguna que otra especie exótica como las píceas, introducida por los condes.
Pero no terminamos aquí nuestro corta ruta de hoy sino que, caminando sobre las arenas de la playa, nos dirigimos a un pequeño montículo frente al paseo marítimo y que también os animamos a visitar. Desde allí contemplamos el agua calma y transparente del mar,  las rocas, el pueblo mirando hacia su bonita ría, y las barcas reposando de su faenar.
Y si tenéis suerte, en días despejados y luminosos, al atardecer, seguro que podréis disfrutar de una maravillosa y marítima puesta de sol.

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