lunes, 24 de agosto de 2015

Costa Da Vela, Faros Y Playas

La Costa Da Vela, también conocida como Soavela, es un paraje de gran belleza declarado LIC, es decir Lugar de Interés Comunitario.
Y desde El Blog Grupo de Andainas Rías Baixas os proponemos un paseo para poder contemplar todas las maravillas que la Madre Naturaleza nos ofrece en esta costa realmente privilegiada.
Comenzamos en Donón, muy cerquita de la escultura de La Caracola, que enseguida nos atrapó en las redes de su belleza. ¡Imposible resistirse!
Cuando pudimos soltarnos nos dirigimos hacia La Playa de Barra. En el trayecto, nuestros pies se deslizan sobre suelo arenoso pero fácil de caminar.
 A veces, es un fino tapiz de hojas de pino, otras, una alfombra de piñas se muestra al caminante.
El senderista sigue caminando y encontrando a su paso árboles dinámicos que le invitan a jugar con ellos.
¡Y qué bonita sorpresa nos espera en un escondido rincón con la figura de un solitario molino, un regato y una fantástica levada!
Como el día no era muy soleado que digamos, encontramos la playa de Barra tranquila, sosegada y sin el bullicio de los veraneantes. Pudimos disfrutarla entera para nosotros.
Y por un bonito sendero, siempre con la vista en la costa, nos dirigimos a nuestro siguiente objetivo.
Y éste es ni más ni menos que El Faro de Punta Subrido.
Ya sabéis que desde allí, además de las vistas increíbles sobre el Océano, podéis deleitaros, si el tiempo os acompaña, con la visión de Las Islas Cíes en la lontananza.
Y, si tenéis suerte, hasta podréis asistir a algún que otro simulacro de rescate en el mar. ¡Emocionante!
Pisaréis la finísima arena de La Playa de Melide.
Y ya por fin estaréis delante de la inconfundible silueta roja y rechoncha del Faro de Punta Robaleira.
Desde allí, además de la inmensidad del mar, obtendréis esta visión lejana de un faro muy conocido.
Como imagináis, es El Faro de Cabo Home. No dudéis en acercaros hasta él. ¡El paisaje es incomparable!
Allí, nuestra alma se llena y nuestro ánimo se eleva de tal modo, que parece que hayamos crecido y podemos llegar a tocar con nuestra mano la parte de más arriba del faro... ¡Sí... allí arribita!!!
Y ya sólo nos falta regresar al punto final, pero siempre, con la presencia impagable de las aguas saladas a nuestra vera como compañeras de fatigas.

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