martes, 27 de marzo de 2018

Por Seixalbo, Ourense: Río Barbaña Y Alrededores

En la caminata que dejamos esta semana en El Blog Grupo de Andainas Rías Baixas nos topamos con estos frenéticos rápidos.
Pertenecen al Río Barbaña, afluente del Miño, en su trascurrir por Seixalbo, muy cerquita de Ourense, en donde inicialmente lo conocemos tranquilo y calmado.
Es primavera y eso se nota en la fauna y flora del lugar.
Las lluvias de días pasados nos dejan pequeños charcos en los caminos que no entorpecen el paso del caminante.
Lo que sí hacen es aumentar el caudal del río cuya sonoridad líquida nos acompaña durante buen rato, nos atrae, nos invita a su vera y se nos muestra en un torbellino vertiginoso.
El caminar es fácil y ameno serpenteando con la senda.
Siendo una senda fluvial no podían faltar los molinos.
Viejos y solitarios molinos que ya no muelen.
Pero que mantienen intacta su alma rural y sencilla allí, en medio de la nada silenciosa.
Solo perturbada por la curiosidad del visitante.
Y el estruendo del agua sobrepasando los obstáculos de su lecho.
Dejamos atrás el río y nos adentramos por estrechos y amenos senderos.
En donde no es inusual encontrarse con ciclistas domingueros.
Momentos para relajarse y cargar las pilas entre tanto verde.
Dejándonos llevar por caminos de tierra y pequeños muros de piedra.
En donde el mullido musgo teje tapices para el decorado de un paisaje de ensueño. 
Hasta nos encontramos con uno de esos bancos, tan de moda ahora, desde donde poder contemplar, cómodamente sentados, todo lo que nos rodea, incluída una bonita vista sobre Ourense.
Hay una parte del trayecto coincidente con El Camino Sanabrés a Santiago de Compostela.
Que nos lleva por el centro de Seixalbo en donde recordamos nuestro paso por allí hace unos años recorriendo El Camino. Ya entonces nos fijamos en sus bonitas casas de piedra.
La ruta cuenta también con muestras de arquitectura popular como fuentes y lavaderos.
Y elementos religiosos como los cruceiros que encontramos en Bemposta.
En el entorno de La Capilla de Santa Águeda.
Y en La Plaza Mayor de Seixalbo.
En donde también visitamos La Iglesia de San Breixo.
Cuya elegante silueta es visible desde diversos puntos del recorrido.
De una ruta que sorprende gratamente a los caminantes.

miércoles, 21 de marzo de 2018

De Redondela A Pontevedra, Camino Portugués

La Capilla de La Peregrina, en Pontevedra, constituyó la meta de esta nuestra caminata.
Sin habérnoslo propuesto nos encontramos realizando una etapa del Camino Portugués a Santiago.
Concretamente la que tiene su inicio en Redondela por donde nos dimos un paseo matutino. 
Antes de comenzar a caminar, con pistoletazo de salida a las puertas del Albergue de Peregrinos, y callejear por la localidad.
Recorrimos el camino acompañando a algunos de nuestros amigos de Marco de Canaveses, Portugal.
Hubo algunos momentos en que tuvimos que sacar el paraguas.
Pero en general tuvimos mucha suerte con el tiempo que nos dejó disfrutar de la jornada.
Ya sabéis que se encuentra señalizado con las flechas amarillas que nos llevan a Santiago de Compostela, acompañadas de otras azules que indican el camino a Fátima.
Aunque también encontramos otros elementos que nos recuerdan que estamos en una ruta jacobea.
Ahora que, como estamos en Galicia, nos irán saliendo al paso hórreos, cruceiros, lavaderos, fuentes…
 Al llegar a Ponte Sampaio El Río Verdugo y el puente nos mostraban una preciosa estampa.
En donde las nubes, mirándose coquetas en el espejo del Verdugo, se autoinvitaron al evento.
Caminando sobre las piedras que desde hace tanto tiempo pisan tantas y tantas personas.
Y sorteando ríos y regatos cantarines que nos alegran el paso.
También lo hacen los caballos y jinetes que encontramos en dirección contraria a la nuestra.
Los lugares por los que transitamos son variados.
Con momentos sobre suelos empedrados.
Y rodeados de los especímenes de la flora gallega.
Esta etapa ha sufrido alguna variación en su trazado, así, al poco de pasar La Capilla de Santa Marta, podemos acompañar al Río dos Gafos en su sinuoso deslizar.
Viendo los puentes sobre él.
Cruzándolo a veces sobre pontones de madera.
O simplemente dejándonos llevar en su húmeda compañía.
Hasta llegar al pie del Santuario.
 En donde La Virgen Peregrina nos recibió ataviada de morado.