lunes, 26 de mayo de 2014

Portafurada, Barciademera y Fuente Santa En Covelo

Y los senderistas del Blog Grupo de Andainas Rías Baixas ya estamos de nuevo en el Concello de Covelo para una caminata más.
Esta vez el punto de inicio, y también final, lo pusimos en Barciademera, concretamente en Portafurada. Allí, nada más llegar, frente a un área recreativa, ya abrimos ampliamente nuestros ojos para contemplar el magnífico conjunto formado por cuatro molinos alineados, perfectamente conservados y de gran belleza.
Después, callejeando, nos dirigimos a visitar el pueblo de Barciademera y arribamos hasta el lugar en donde se encuentra La Iglesia de San Martiño, magnífico ejemplar del Barroco en Galicia, y que desde lo alto parece dominar el valle del río Alén. En su fachada, además del santo al que está dedicada, pudimos observar una Santa Bárbara, lo que nos llevó a recordar, una vez más a Juan, un amigo de correrías y andainas,  que ya no se encuentra entre nosotros, y que andaba siempre en busca de las imágenes de esta santa por la que sentía gran devoción.
Y si os desplazáis hasta allí, al lado de la iglesia, no podéis dejar de maravillaros ante la majestuosidad de la imponente rectoral de Barciademera, allí levantada, repleta de detalles con influencia de culturas precolombinas. Además de varias figuras con posibles inspiraciones aztecas, en ella os llamará la atención la figura que la corona, un atalante, cargando el mundo a sus espaldas, pero con rasgos de un aborigen de América Latina. 
Data de mediados del Siglo XVI y al parecer perteneció a los monjes cistercienses del monasterio de Melón. En ella destaca sobre todo la exhuberancia barroca de su fachada y la austeridad del resto del edificio, y, aunque está en estado semirruinoso, os aconsejo visitar su patio interior y también su imponente chimenea.
Poco más adelante de este conjunto arquitectónico, y en un frondoso paraje, nos encontramos la figura de un puente antiguo, del que no pudimos encontrar ninguna referencia, pero que nos impresionó por la belleza de sus piedras sobre las aguas del río Alén.
Y pian, pianito, nos fuimos acercando hasta el verdadero objetivo de esta caminata, el sendero que se encuentra en el paraje conocido como San Xoán do Mosteiro.
Un lugar donde perdura la tradición de la existencia de un antiguo monasterio, quedando ahora, solo una capilla, la llamada por ello, ermita de San Xoán do Mosteiro, y que dicen fue mandada construir por la "Santa Inquisición".
La capilla se encuentra en un lugar privilegiado, que invita al descanso y a la meditación, rodeados de un bosque de magníficos robles centenarios, en cuya entrada nos recibe un pétreo cruceiro con unas inscripciones en la base, y en donde podemos saciar nuestra sed en una fuente al efecto.
Pero todavía quedan más maravillas. Así, siguiendo una antiquísima calzada de posible origen romano o medieval, y sobre cuyas piedras se muestran las marcas del paso de los carros a lo largo del tiempo, nos vamos adentrando en una frondosa fraga.
Y es siguiendo esta calzada que esta ruta alcanza su cumbre, tanto de altitud como de belleza. Estamos en un marco incomparable. Parece que hubiésemos dado un salto y que nos encontramos siglos atrás en el tiempo. A nuestro alrededor el decorado sólo nos presenta belleza, árboles estilizados que llegan hasta el cielo, miles de gamas y tonos de verde en la vegetación, en el musgo de las piedras y muros...
Variedad de trinos de aves en el aire, la presencia constante del agua, cristalina, ya en regatos pequeños, tranquilos, que nos permiten pasarlos de un salto, ya en el Alén, inquieto, nervioso, y que va formando cascadas, pozas y remolinos, jugando con las piedras de su lecho.
Continuamos en un lugar encantado cuando llegamos a la altura de la llamada “Fuente Santa”. Un paraje lleno de misterio, allí en la profundidad de la fraga, con una fuente especial que, dicen, no cura enfermedades, sino que cumple deseos.
Para ello hay que realizar un ritual que pasa por llevar hasta allí 4 cruces. Es por esa razón que el paraje se encuentra lleno de pequeñas cruces, depositadas por doquier, algunas improvisadas, hechas con pequeños palos, pero que le dan al local un encanto especial.
¿Y qué decir del puente medieval que nos encontramos al poco de la fuente santa? Un verdadero tesoro que hay quien señala con origen romano y que ha permanecido allí, inalterable y casi oculto durante siglos.
En resumen, una ruta para poder disfrutar de los elementos arquitectónicos ya descritos y sin lugar a dudas de la naturaleza, con senderos que nos llevan a través de una fraga considerada, indudablemente, entre las mejor conservadas de Galicia.
Y en donde, además de la variedad de árboles, con supremacía de los robles, también os llamarán la atención el resto de elementos vegetales y el tamaño de los helechos gigantes que van bordeando la senda.
Y contando con la presencia constante del agua, de los arroyos y del río Alén, cantando unas veces, bramando otras, bajando de la sierra hacia el río Tea y llenando de hermosura y de vida las tierras a su paso.
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