lunes, 2 de octubre de 2017

Cruz da Portela, Molinos Y Sepulcros De Marzán Y Alto Do Torroso

Estos curiosos personajes se nos colaron cierto día en nuestra caminata.
La cual iniciamos y también finalizamos en El Área Recreativa de Cruz da Portela en O Rosal.
El día se presentaba relajado y caminamos a descubrir nuevos intereses. Los erizos de los castaños con su precioso cargamento todavía intacto nos miraban pasar tranquilamente.
Como quien no quiere la cosa, la silueta casi oculta de un molino nos sale al paso alertándonos de la presencia de un compañero con mejor aspecto y muy accesible.
Parecía que el molinero nos iba a abrir la puerta de un momento a otro… Pero, eso… No sucedió…
Continuamos nuestro paseo que nos llevó a otro lugar lleno de magia y de mil y una historia entre sus piedras.
Se trata de La Villa Románico-visigótica de Marzán en donde podéis admirar estos sepulcros labrados en la roca y que datan de los S. IV-V.
A pocos metros encontramos La Ermita de San Vicente que, seguramente, se erigió para cristianizar un santuario pagano dedicado a Mercurio.
Volvimos sobre nuestros pasos. Los molinos continuaban esperando la mano de quien los devolviese al esplendor de su vida activa.
Y allá que nos fuimos con nuestro dinámico andar por senderos y pistas entre bosques de castaños, robles,  pinos y algún que otro alcornoque.
Y nuevamente nuestros ojos curiosos descubren un apartado molino al que accedemos por su largo canal de piedra.
Casi sin darnos cuenta hemos ido ascendiendo y llegamos al punto en donde nos encontramos nada menos que con El Atlántico.
Estamos en El Alto del Torroso a cuya cima vamos acceder.
Pero todavía nos demoramos un ratito contemplando la acción de las saladas aguas.
Desde la cumbre nuestra visión alcanza hasta el mítico Monte Tecla.
Pena que justo en el momento en que nos encontrábamos allí, una espesa nieblina surgió del mar y comenzó a cubrir tan bonita estampa.
Aún así se vislumbraba un bonito panorama con La Guardia allá abajo por un lado y el Río Miño y las tierras por él bañadas, cerca de su desembocadura, por el otro.
Si llegáis hasta allí prestad atención a las rocas. Algunas están horadadas por la acción de los elementos. Incluso hay una que alberga una especie de altar a la Virgen de Fátima.
A ver si descubrís sus misteriosos habitantes como éste que, erguido sobre el océano, se erige en guardián del lugar.
Iniciamos el descenso del Torroso por el lado contrario al que subimos y vamos cerrando el círculo de nuestra caminata. Nuevamente los pinos alfombran con sus hojas picudas el suelo por donde pisamos.
A nuestra izquierda el vaivén de las olas continúa incesante. Con el rabillo del ojo espiamos la situación del Tecla y comprobamos que continúa envuelto en algodones.
Lo que no podéis perder es el encuentro con nuestros pétreos amigos.
Son una serie de esculturas, allí colocadas mirando al mar y que sin duda animan el alma del senderista.
Ni que decir tiene que las vistas desde allí, un balcón sobre el mar, son espectaculares.
Al igual que muchas de las que se nos ofrecen en gran parte de nuestro recorrido.
En el cual incluimos la visita a este mirador.
Desde donde seguimos contemplando la azul inmensidad del mar fundiéndose con el cielo altivo.
De nuevo en el área recreativa nos llaman la atención las rústicas piedras de sus mesas, casi prehistóricas.
Explorando un poco nos encontramos con la cruz que da nombre al lugar.
Y que se encuentra en un lugar privilegiado, una auténtica atalaya sobre El Atlántico.
En fin… Una ruta que contiene ésto que aquí ves y mucho más que sentirás al acercarte y caminar por allí.
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